Aristóteles se ocupó del asunto de la libertad, entendiéndola no como el poder del elegir lo que nos pasa, sino como el poder de elegir cómo comportarnos frente a lo que nos pasa. Para explicarnos esta cuestión nos planteó una situación: supongamos que un barco transporta una valiosa carga por medio del océano y en mitad del trayecto una fuerte tormenta sorprende a toda la tripulación a bordo. Al parecer la única forma de salvar el barco y a toda la marinería es arrojando por la borda el cargamento, que además de valioso es pesado. Esta situación obliga al capitán a elegir, aunque él hubiese querido no tener que hacerlo. Sin embargo, él es libre de escoger la decisión que tomará, pues a pesar de que no eligió vivir lo que le está sucediendo, deberá elegir libremente sobre el destino que tomará su barco, es decir, decidir cómo se comportará.
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